Face depicted on a large Marajoara urn
Mi nombre es Brian McCray y soy un arqueólogo que ha trabajado en proyectos en todo el mundo. La primera vez que ayudé a excavar un sitio arqueológico estaba tan emocionado porque lo que parecía un pedazo de tierra común en Virginia todavía contenía evidencia de sus habitantes anteriores de cientos de años antes. En sólo un área pequeña de un metro cuadrado, encontramos cambios en el color del suelo, una herramienta de piedra y pequeños trozos de cerámica rota que no habían sido tocados por un humano durante 200 años. Juntos, estos objetos nos mostraron lo que la gente hacía y valoraba en el pasado. Estos fascinantes hallazgos me hicieron apreciar lo corta que ha sido mi experiencia dentro del largo lapso de la historia humana. También hizo que me diera cuenta de que las vidas de la gente común en el pasado tienen la fuerza que permite puedan ser estudiadas por futuros arqueólogos.
Lo que me encanta de la arqueología es la forma en que nos acerca al pasado de una manera material. Al excavar científicamente, los arqueólogos descubren los muchos tipos de cosas que la gente del pasado dejó atrás. Y, una vez que éstos terminan una excavación, tienen un conjunto completamente nuevo de información sobre la humanidad que no se basa en registros escritos, que sólo ha asentado una pequeña fracción de la historia humana.
En este kit, he incluido información sobre una de las sociedades sudamericanas antiguas más interesantes. En una enorme isla en la desembocadura del río Amazonas, la gente de Marajó ("Marajoara") inventó nuevas formas de gestionar las inundaciones para sustentar grandes poblaciones basadas en recursos acuáticos como peces, plantas, tortugas y otros animales. Al excavar las casas y los lugares donde vivían los habitantes de la cultura Marajoara, los arqueólogos han aprendido sobre su religión, la sociedad y cómo se ganaban la vida en un entorno que hoy nos parece difícil. Creo que es importante aprender sobre sociedades como Marajoara porque nos ayuda a comprender cómo los grupos del pasado sobrevivieron y prosperaron en entornos desafiantes. La historia de los antiguos habitantes de Marajó, los Marajoara contradice la idea de que ciertos lugares, como las selvas tropicales, solo pueden albergar a pequeños grupos de personas que viven en armonía con la naturaleza. Saber con qué frecuencia muchos los grupos humanos del pasado han excedido nuestras expectativas puede ayudarnos a enfrentar el cambio climático hoy.
Atentamente, Brian McCray
La Isla de Marajó es del tamaño del estado de Virginia Occidental y está ubicada en la desembocadura del río Amazonas en Brasil, América del Sur. Entre el 300 y el 1350 EC, fue el hogar de un grupo de personas que construyeron enormes montículos para vivir y realizar ceremonias religiosas. Los montículos más grandes, donde se llevaban a cabo fiestas y ceremonias, tenían más de tres acres de superficie, es decir, más de dos campos de fútbol. Este grupo incluía artistas que hacían cerámica bellamente decorada, líderes religiosos que dirigían festivales y funerales, y líderes políticos que dirigían proyectos de construcción. Los arqueólogos a menudo denominan sociedades complejas a las sociedades en las que las personas pueden especializarse en un trabajo. Los estudiosos han estado particularmente interesados en la isla de Marajó porque a principios de la década de 1900, la gente pensaba que el clima de la isla hacía imposible que surgiera una sociedad compleja.
El agua es el recurso más importante de la isla. Cada año, entre enero y junio, la mayoría de las partes bajas de la isla (¡70%!) Se inundan de lluvia. Las inundaciones traen peces y otras criaturas acuáticas hasta la cima de la isla. Los animales terrestres de Marajó son forzados a las pocas áreas de mayor elevación que permanecen secas. Luego, durante la estación seca, de agosto a diciembre, la lluvia cesa, el agua retrocede y muchos de los ríos se secan por completo. La isla está cubierta por bosques en la mitad suroeste y sabana abierta en el noreste.
La gente que vivía en la Isla de Marajó, a quienes llamamos Marajoara, construyó montículos para mantenerse seguros y secos sobre las inundaciones anuales. La isla entera no ha sido examinada por arqueólogos, pero se estima que 2000 personas habrían vivido en un grupo de montículos. Construyeron sus casas, celebraron ceremonias religiosas y enterraron a sus antepasados en la cima de los montículos. También construyeron un sistema de estanques para peces y trampas para capturar peces durante la temporada de lluvias y mantenerlos vivos y a mano durante la temporada seca. Estos estanques de peces eran muy grandes, por ejemplo, a lo largo del Río Camutins, hubo una que tenía el tamaño de ocho piscinas olímpicas.
La isla no tiene roca natural, pero los Marajoara usaron arcilla para hacer su cerámica e incluso algunas piezas de ropa. Sus macetas tienen diseños geométricos complicados, así como imágenes de animales salvajes que vivían en la isla y sus alrededores. Alrededor de Marajó vivían caimanes (pariente del caimán que vive en Centro y Sudamérica), lagartos, escorpiones, búhos, buitres, monos, tortugas, jaguares, patos, aves y manatíes. El animal más común en el arte de Marajoara era la serpiente.
Plato Marajoara. Este plato tiene un diseño geométrico pintado que se parece un poco al cuerpo de una serpiente, y también a las líneas de los canales. Un plato como este se habría utilizado para servir comida en una ceremonia importante. Imagen: Museo Metropolitano de Arte / CC0
Según cómo eligieron enterrar a sus muertos, los arqueólogos creen que los Marajoara tenían líderes permanentes, lo que significa que algunas personas eran más poderosas que otras. Estas personas vivían en montículos muy grandes, donde organizaban fiestas y rituales religiosos asociados con los entierros de sus familiares en urnas funerarias. Los grandes montículos se construían con frecuencia cerca de grandes estanques de peces, lo que habría dado a las personas poderosas el control sobre la comida y las ceremonias. Uno de los rituales más comunes era de la mayoría de edad para mujeres jóvenes. Además, muchas de las criaturas sobrenaturales representadas en cerámica eran mujeres, y los entierros más ricos se dividían entre mujeres y hombres. Esto llevó a algunos arqueólogos a sugerir que las mujeres pueden haber tenido los rangos más altos en la sociedad Marajoara. Si bien los líderes comunitarios vivían en lugares especiales, la mayoría de la gente vivía en montículos más pequeños, sólo lo suficientemente grandes para una casa y probablemente una familia.
Por razones aún desconocidas, Marajoara dejó de construir montículos entre 1000 y 1350 EC, por lo que no podemos contar con fuentes escritas para contarnos su historia. En el siglo XIX, los saqueadores conocían los montículos de Marajó, quienes excavaban la hermosa cerámica enterrada en su interior. El primer proyecto arqueológico científico en Marajó no se produjo sino hasta 1942. Los arqueólogos, que eran de Estados Unidos, pensaban que la selva amazónica no tenía suficientes fuentes de alimento para sustentar grandes poblaciones de personas. Desarrollaron la teoría de que los constructores de los montículos de Marajó eran personas que emigraron del norte de Sudamérica. En los Andes y el Caribe, existían sociedades complejas muy conocidas los que además poseían una cerámica elegante, puesto que provenían de un ambiente que era más fácil de vivir. Los primeros arqueólogos estadounidenses sugirieron que los andinos y caribeños se mudaron a Marajó y usaron sus conocimientos para construir montículos y hacer cerámica hermosa. Sin embargo, una vez allí, la escasez de alimentos les dificultaba mantener la especialización de artesanos, líderes religiosos y políticos. Estos arqueólogos creían que la falta de alimentos conducía a una disminución en la calidad de la cerámica y las estructuras de los montículos. Con estos cambios, la gente abandonó rápidamente los montículos.
Vasija cilíndrica Marajoara. La decoración del cuerpo está incisa, lo que significa raspado, para crear un diseño geométrico. En el borde, un patrón en zig-zag elevado forma el cuerpo de una serpiente con la cabeza emergiendo en el centro como un mango. Esta particular decoración se llama estilo Joanes y se encuentra en la parte occidental de la isla. Imagen: Marie-Lan Nguyen / CC-BY-2.5
Esta historia de Marajoara cambió con la invención de nueva tecnología. Cuando se llevaron a cabo los primeros estudios, la tecnología para recopilar fechas precisas de materiales arqueológicos aún no estaba desarrollada. Más tarde, los arqueólogos excavaron en la isla con la capacidad de recopilar fechas precisas y descubrieron tres cosas importantes. Primero, la gente antes de la jefatura de Marajoara también hizo arte en estilos relacionados con la cerámica posterior. Esto les mostró que las personas que construyeron los montículos no eran inmigrantes de otros lugares. En segundo lugar, la cerámica de Marajoara no empeoró en calidad con el tiempo. Había ejemplos simples e intrincados en todo el conjunto. En tercer lugar, el período Marajoara fue mucho más largo de lo que se pensaba. Esto significa que los primeros arqueólogos se equivocaron acerca de cómo el medio ambiente habría impedido que las personas en el Amazonas vivieran en grandes poblaciones, construyeran grandes montículos y produjeran obras de arte. El primer grupo de arqueólogos hizo importantes contribuciones a nuestro conocimiento del Marajoara, pero cuando se recopilaron más datos, la teoría sobre el origen del Marajoara cambió.
Como los antiguos egipcios, que dependían de las crecidas anuales del río Nilo para regar sus cultivos, la gente de Marajó supo aprovechar las inundaciones anuales que cubrían más de la mitad de la isla. Movieron enormes cantidades de tierra para crear campos, montículos, estanques, caminos y presas. Tiene sentido construir estas cosas juntas ya que, para hacer un campo elevado, necesita excavar tierra, así que ¿por qué no hacer un canal al mismo tiempo? Los campos elevados tenían mejor suelo para plantar cultivos, y los canales próximos a ellos drenarían el exceso de agua e incluso permitirían el transporte en canoas. El mismo proceso ocurrió con los montículos. Los arqueólogos encontraron los estanques más grandes asociados con los montículos ceremoniales más grandes. Esto indica que la tierra removida del estanque artificial se usó para construir el montículo.
Todos los ríos de Marajó se secan completamente en la estación seca, y en el clima cálido y húmedo de la isla de Marajó, es difícil conservar los alimentos por mucho tiempo. Es por eso que la creación de estanques para peces fue una innovación tan importante. Los estanques se llenarían cuando la isla se inundara, y los peces podrían mantenerse vivos hasta que fueran necesarios para la alimentación más tarde en la estación seca. Esta era una forma de tener fácil acceso a alimentos frescos mucho antes de la refrigeración.
Otro hallazgo sorprendente ocurrió cuando los arqueólogos pudieron rastrear el suelo excavado en una piscina y que fuera utilizado para levantar un montículo. Todavía pueden ver gruesas capas de limo en los montículos que coinciden con las excavaciones para los estanques y canales. Una arqueóloga brasileña que ha estudiado Marajó, Denise Schaan, observó que los episodios de construcción agregaban capas a partes específicas de los montículos creando plataformas a diferentes alturas. A diferencia de los agricultores típicos, que viven del ciclo de labranza, siembra y cosecha, los Marajoara vivían de un ciclo de excavación de canales y estanques, al tiempo que recolectaban peces y otros recursos acuáticos. Porque se trata de gestionar el agua y los peces, Schaan se refiere a la producción de alimentos como acuicultura, en lugar del término típico para agricultura, que es, obviamente, agricultura.
Las obras de arte más famosas creadas por Marajoara se llaman urnas. Estos recipientes originalmente contenían los huesos de los antepasados del pueblo Marajoara. Las urnas se encontraron enterradas dentro de los montículos más grandes. Debido a que están asociados con los muertos, los arqueólogos los llaman montículos ceremoniales. Los funerales de Marajoara implicaban un tipo de práctica llamada entierro secundario. Un entierro secundario es un proceso de dos partes. Primero, el cuerpo de un pariente muerto fue incinerado, enterrado o puesto en una tumba. Posteriormente, tras un período de duelo, se recogieron los huesos y se colocaron en una urna grande. Esto indica que honrar a los antepasados era importante en la sociedad Marajoara. La cremación también es una práctica común de entierro secundario en la actualidad. Muchas personas eligen ser incineradas cuando mueren, luego sus familias guardan las cenizas de sus seres queridos en urnas.
Rostro representado en una urna. ¡Esta urna de cerámica mide casi 3 pies de alto y 2 pies de ancho! Los diseños en relieve tienen características de serpiente y el cuerpo de la urna está pintado con un diseño de búho. Imagen: Marie-Lan Nguyen / CC-BY-2.5
El arte religioso de Marajoara también puede decirnos algo sobre sus creencias con respecto al género. Interpretar las ideas relacionadas con el género en sociedades pasadas es un desafío, especialmente sin documentos escritos. Pero, afortunadamente, los arqueólogos pueden interpretar ciertas creencias del arte. El arte de Marajoara representa con frecuencia a personas o seres sobrenaturales con características femeninas (ver la urna antropomórfica en la siguiente sección, por ejemplo). A menudo, las características femeninas se combinan con características animales, como serpientes, búhos, buitres o caimanes. Hay cierto tipo de alfarería, llamada tanga, que formaba parte de la ropa que usaban las niñas que participaban en una ceremonia de mayoría de edad. Esta ceremonia continuó en la década de 1900, y la evidencia del mismo tipo de cerámica es muy común en los montículos de Marajoara. Juntos, esto es evidencia de la importancia de las mujeres en la sociedad Marajoara. Algunos arqueólogos creen que el arte representa a una gran diosa Madre, y que los jefes de Marajó pueden haber sido mujeres. Después de todo, el río Amazonas recibió su nombre porque los primeros viajeros describieron a mujeres nativas poderosas que les recordaban a los míticos guerreros amazónicos.
Tanga. This ceramic would have been attached to clothing worn by women during a coming-of-age ceremony. It is shaped and curved so that it can be worn similar to underwear. The designs likely helped identify different families or social groups. Ver Imagen del Museo Nacional del Indio Americano
Cuando los arqueólogos dicen que la sociedad Marajoara era una sociedad compleja, quieren decir que había un líder político permanente que tenía poder sobre los demás. La base de las sociedades complejas que surgieron en el período Marajoara se estableció miles de años antes, cuando la gente de la isla aprendió a construir montículos en la sabana, un área abierta cubierta de hierba alta. Finalmente, la abundancia de recursos hídricos condujo al crecimiento de la población. Los exitosos sistemas de acuicultura se extendieron luego a lugares similares alrededor de la isla. El patrón de vivir y crear arte se extendió para cubrir la mayor parte de la sabana abierta de la isla.
A juzgar por la cantidad de espacio en la parte superior de los montículos, podemos estimar el tamaño de las casas en las que vivían las familias. Las familias de Marajoara vivían en casas comunales. Podemos compararlos con las personas que viven en casas comunales en el Amazonas, hoy. A juzgar por el tamaño y la cantidad de montículos, es probable que 2,000 personas vivieran sólo a lo largo de una sección del Río Camutins en el centro de la isla. (Vea el mapa de arriba. Esta región está identificada por una forma gris).
Recuerde, los primeros arqueólogos creían que Marajoara debía provenir de algún otro lugar. Mucha gente pensó que los nativos amazónicos siempre vivieron en pequeños grupos móviles. Era cierto para los grupos nativos no contactados que quedaban en ese momento. Los grupos nativos que vivían en la selva amazónica en el siglo XIX no cultivaban mucho ni se quedaban en las aldeas por más de unos pocos años. Lo que la gente ahora se está dando cuenta es que estos grupos no se movían porque el Amazonas lo requería. Se movían para evitar a los colonos portugueses y brasileños. Los montículos y la cerámica de Marajoara muestran que, a pesar de las dificultades ambientales, hace 1600 años surgió una forma de vida muy diferente.
Esta urna en forma de mujer sentada tiene diseños pintados en su piel y se muestra en la actitud de estar comiendo. Esto puede reflejar la forma en que los Marajoaras habrían celebrado a sus antepasados. Esta urna es demasiado pequeña para contener un cuerpo humano, pero podría haber servido como enterramiento secundario. Imagen Daderot/ CCO