Western Maya highlands of Guatemala
Es un gusto saludarles, soy Adriana Linares Palma, originaria de la Ciudad de Guatemala, donde tuve la oportunidad de estudiar Arqueología en la Universidad de San Carlos de Guatemala y después de haber trabajado varios años en diferentes proyectos de investigación arqueológica salí del país para estudiar la maestría y doctorado en Estados Unidos.
Mi interés por estudiar arqueología aumentó después de visitar Tikal, un sitio arqueológico Maya, con mi familia cuando tenía 17 años. Yo quería saber cómo las personas construyeron las pirámides y cómo hicieron las hermosas y brillantes vasijas de cerámica que vimos en el museo de sitio. Eso es precisamente lo que me encanta de la arqueología: la posibilidad de escribir historias de personas y sociedades a partir de los objetos y del contexto en el que encontramos estos objetos.
En este kit les incluyo detalles sobre la arquitectura de Vi’k’ab’eb’al, un sitio arqueológico del altiplano Maya, y la cerámica que recolectamos en la superficie de la tierra durante nuestro mapeo participativo. Este mapeo se realizó en colaboración con las Autoridades Ancestrales Indígenas de San Juan Cotzal, quienes me pidieron coordinar una investigación arqueológica en su pueblo. De 2013 a 2016 consultamos y diseñamos el tipo de estudio que haríamos, y luego de varias reuniones decidimos no realizar excavaciones, debido a la naturaleza sagrada de los sitios. En su lugar, llevamos a cabo un mapeo participativo (Figuras 1 y 2).
Vi’k’ab’eb’al es uno de los totzotz k’uy kuman (la “casa de los ancestros”) o sitios arqueológicos. Esta información es importante porque Vi’k’ab’eb’al, junto con los demás sitios, forman parte de una “constelación de memoria”, concepto que explica los procesos en que las personas, ancestralmente, han ido entrelazando sus experiencias con el paisaje, la historia, y la espiritualidad.
La primera vez que visité Vi’k’ab’eb’al pensé: “Qué difícil es llegar aquí”, ya que caminamos más de 45 minutos cuesta arriba por un sendero empinado y angosto. Es por eso que, junto con otras características, Vi’k’ab’eb’al está catalogado como un sitio defensivo. Cuando iniciamos con el mapeo en este sitio, me preguntaba: “¿Cuántas personas habrán venido a este lugar para ver o jugar el juego de pelota?” Esta es una pregunta que la arqueología aún no puede responder.
Lo que he incluido aquí es algo de lo que aprendimos durante nuestro mapeo participativo y algunas de las preguntas que aún no podemos responder. Espero que disfruten aprendiendo sobre Vi’k’ab’eb’al
Sinceramente,
Adriana Linares Palma
Vi’k’ab’eb’al (pronunciación: vii-kaa-be-baal) es un sitio arqueológico ubicado en San Juan Cotzal, uno de los tres pueblos actuales que forman la Región Ixil (pronunciación: i-shil), en el altiplano maya occidental de Guatemala (Figura 3). Las montañas bajas y húmedas de la Región Ixil son de difícil acceso y tránsito. Esto fue así en la antigüedad y hoy aunque hay carreteras asfaltadas sigue siendo relativamente difícil llegar. Dos sistemas montañosos en Cotzal dan forma al curso del río con el mismo nombre, que corre desde el oeste hacia el noreste. Las personas que viven aquí hoy en día son en su mayoría Mayas Ixiles, uno de los grupos Indígenas de las tierras altas Mayas. También hay, en menor porcentaje, grupos K’iche’, Q’eqchi y Ladinos (no indígenas) viviendo en esta zona.
Vi’k’ab’eb’al se encuentra en un área hundida en la cima de la montaña con el mismo nombre, en el poblado principal de Cotzal. Según los cumpares, o guías espirituales, y Autoridades Ancestrales Indígenas de Cotzal, las abuelas y abuelos de todo el pueblo Ixil que hoy vive en San Juan Cotzal alguna vez habitaron este sitio. Cuando los cumpares dicen nuestras “abuelas y abuelos” se refieren a los ancestros lejanos de los Ixiles, que se remontan a muchas generaciones.
Antes de la construcción de Vi’k’ab’eb’al habían otros asentamientos en la Región Ixil. Las primeras mujeres y hombres que habitaron esta región, durante el período Clásico (1-1000 dC), utilizaron los valles y laderas para construir sus viviendas, cultivar y realizar actividades públicas/ceremoniales (Figura 4). La gente construyó asentamientos en contacto directo con el río y manantiales de agua. Les arqueólogues describen estos sitios como no-defensivos, lo que significa que las personas podrían acceder a ellos fácilmente. Este patrón cambió durante el Posclásico Temprano (1000-1250 dC), cuando las mujeres y los hombres Ixiles se asentaron en sitios semi-defensivos, donde podían vigilar el paisaje para controlar tanto las cuencas como las montañas.
Sabemos que los grupos Ixiles construyeron Vi’k’ab’eb’al durante el período Posclásico Tardío (1250 - 1530 dC) pero no sabemos si dividieron este trabajo según el género. ¿Fueron las mujeres quienes seleccionaron los sitios de construcción o fueron los hombres? ¿La edad y género determinaron el tipo de trabajo que hacían las personas y las decisiones que tenían que tomar sobre el nuevo asentamiento? Les arqueólogues aún no tienen respuestas a estas preguntas. Este sitio fue el único centro ceremonial defensivo en toda la Región Ixil. Es decir que los Ixiles construyeron este centro a gran altura, en un lugar de difícil acceso, para una mejor vigilancia y control de las cuencas de Cotzal, ya que durante este período existían intensas tensiones políticas en diversos territorios del altiplano maya.
A partir de la invasión española, iniciada en 1530, las sociedades de la Región Ixil pasaron por cambios radicales en la organización social y en las relaciones con la tierra. En el período colonial (1530 - 1821), los misioneros dominicanos lideraron un proceso de reasentamiento forzado llamado “congregación” o “reducción de pueblos de indios” mediante la unión de pequeñas comunidades indígenas separadas en “pueblos de indios” (pueblos indígenas) más grandes y centralizados. Según George Lovell, hicieron esto para facilitar el evangelismo católico, el control y la recaudación de tributos. La congregación fue un proceso violento que prohibió las prácticas espirituales indígenas al imponer la religión católica, obligó a las familias Ixiles a abandonar sus comunidades y las expuso a la explotación.
Durante la era de dictadura liberal (1871-1944) muchas tierras comunales fueron expropiadas y convertidas en propiedad privada, que luego se convirtieron en fincas de propietarios no Ixiles. El período de la Guerra Civil (1960-1996) es uno de los períodos más violentos y crudos de la historia en la Región Ixil porque el gobierno de Guatemala y los militares cometieron un genocidio contra el pueblo Ixil y crímenes de guerra contra ellos. En este período, el ejército guatemalteco destruyó intencionalmente muchos sitios arqueológicos en los que los cumpares practicaban ceremonias mayas y, en muchos casos, el ejército impuso prácticas espirituales protestantes evangélicas, prohibiendo cualquier práctica espiritual maya.
Después del genocidio en Cotzal (1996 – hoy), las Autoridades Ancestrales Indígenas de la región Ixil, cumpares y miembros de la Universidad Ixil están trabajando juntos para revitalizar los totzotz k’uy kuman, o la “casa de los abuelos Ixiles”. Hoy, Vi’k’ab’eb’al es tierra de cultivo de maíz y cada año la milpa cubre los restos arqueológicos (Figura 5). Durante la época de tapisca (cosecha) y siembra, se pueden ver los fragmentos de cerámica en la superficie. Vi’k’ab’eb’al es también un nachb’al (o lugar sagrado) para las mujeres y hombres Ixiles que viven en el pueblo de Cotzal. Varios cumpares practican ceremonias mayas en el altar sobre una de las antiguas estructuras.
Con base en su arquitectura, patrón de asentamiento, ubicación restringida y cerámica, les arqueólogues pueden decir que Vi’k’ab’eb’al fue el único sitio defensivo en la región Ixil, fechado para el período Posclásico Tardío (1250 - 1530 dC). Para entender más sobre este lugar, podemos combinar la evidencia física con el conocimiento cultural y lingüístico de los Ixiles que hoy viven en Cotzal. Primero, consideraremos la información cultural y lingüística.
El análisis etimológico del nombre Vi’k’ab’eb’al apoya la afirmación de que se trató de un asentamiento defensivo. Te’k Sam y Tixh Vijom, dos de las Autoridades Ancestrales Indígenas de San Juan Cotzal, brindaron diversas interpretaciones sobre el significado de Vi’k’ab’eb’al en idioma Ixil. Tres de ellos son importantes para discutir aquí.
La primera interpretación proviene de la expresión “K’av”, que significa el tipo de regaños que los padres hacen a los hijos. El segundo es “K’aveb’al”, que significa “sobre el mirador”. La tercera es la expresión “K’am nak’ab’atzi”, que se traduce como “¿qué estás mirando ahí?!” El prefijo Vi’ significa “encima” o “sobre” (Te’k Sam y Tixh Vijom comunicación personal, 2019). Todas estas traducciones están relacionadas con expresar poder y observar desde un mirador y, de hecho, Vi’k’ab’eb’al es un buen mirador para observar las cuencas este y oeste de los principales ríos de Cotzal.
También podemos aprender de la etimología de la palabra Xe’tenamich (pronunciación: Shee - te - na - mich), que es el nombre del actual cantón (barrio) que rodea las faldas de la montaña Vi’k’ab’eb’al. Para entender todo esto, primero necesitas saber dos palabras: cabecera y tenam. En español, cabecera es el pueblo principal en una pequeña región. Tenam es la palabra Ixil que significa lo mismo: el pueblo principal en una pequeña región. Hoy, cuando los Ixiles dicen tenam, se refieren a los pueblos actuales de Cotzal, Nebaj o Chajul. Ahora, volvamos al barrio llamado Xe’tenamich. El prefijo “Xe’” significa “abajo” y según Aurelia Gómez (comunicación personal, 2019) “tenamich” significa “donde solía estar el tenam”. En otras palabras, Vi’k’ab’eb’al, que está ubicado en la cima de una colina, solía ser el tenam, y el nombre del barrio moderno de Xe’tenamich nos dice su ubicación: “abajo de donde solía estar el tenam.”
Para los grupos Ixiles que actualmente viven en Cotzal, Vi’k’ab’eb’al es también un nachb’al (o lugar sagrado). Fue construido por las abuelas y abuelos Ixiles y, desde la perspectiva Ixil, esta historia significa que estos lugares contienen energías especiales, que son importantes para las ceremonias espirituales hoy en dia. Vi’k’ab’eb’al es uno de varios nachomb’al (el plural de nachb’al). Juntos, los nachomb’al forman una “constelación de memoria”, una red de lugares sagrados y sitios arqueológicos, lugares que son espirituales y que también están relacionados con la creación del mundo y con la memoria histórica del genocidio ocurrido en la década de 1980. La protección de cada elemento en esta constelación de memoria es fundamental para mantener el tiichajil (pronunciación: tii- cha-jil), que es la filosofía Ixil de una vida en equilibrio.
La evidencia física también puede contribuir a nuestra comprensión del lugar. Durante nuestro programa de mapeo en Vi’k’ab’eb’al identificamos cuatro miradores ubicados en puntos estratégicos del sitio, que son los puntos más altos de la montaña. Cada uno de estos cuatro miradores miran hacia una dirección cardinal: norte, este, sur, oeste. Sugiero que durante el Período Posclásico un pequeño grupo de personas estacionadas en estos miradores podrían haber alertado a los residentes de Vi’k’ab’eb’al sobre los movimientos de personas a través de las cuencas del río Cotzal al noreste y suroeste.
Las prácticas en este sitio han ido cambiando a través del tiempo. Hoy, en lo alto de uno de estos miradores (Figura 6) se encuentra un altar con una cruz que en ocasiones tiene ofrendas en forma de flores y velas (Figura 7). El dueño del terreno donde se encuentra Vi’k’ab’eb’al compartió su historia. Según él, durante la guerra civil este nachb’al se abandonó porque los militares prohibieron la práctica espiritual maya. Luego de la firma de los acuerdos de paz (que dio fin a la guerra civil), el dueño de este terreno se comprometió con la revitalización del lugar e invitó a las autoridades municipales a ayudarlo a construir nuevas cruces de madera y limpiar los altares. Luego, más cumpares (guías espirituales) llegaron a este nachb’al para practicar ceremonias mayas. Teniendo en cuenta la violenta historia del colonialismo, es posible que te sorprendas al saber que una persona local eligió erigir cruces en un nachb’al. Este es un ejemplo de cómo los grupos Ixiles incorporaron aspectos del cristianismo en su propia práctica espiritual.
Vi’k’ab’eb’al fue un lugar planeado con fines públicos-ceremoniales. La arquitectura se basó principalmente en bloques de piedra caliza grandes y pequeños, probablemente obtenidos de una cantera al sur, casi llegando a la entrada del sitio, formando templos, terrazas y escalinatas.
La mampostería siguió la forma del hundimiento de la montaña, rodeando toda la parte occidental y meridional de la depresión. Este arreglo arquitectónico formó una especie de anfiteatro frente a la sección central, que es la parte más plana del sitio (Figura 8). En esta sección central, hay una cancha de juego de pelota y a la par de la cancha una pequeña plaza.
En nuestro mapeo documentamos los cimientos de 10 estructuras, varias terrazas, escaleras y miradores. Las estructuras 4 y 5 estaban frente al núcleo de Vi’k’ab’eb’al. La estructura 5 se alineó con el juego de pelota y la estructura 4 con la plaza. Esta composición sugiere que las personas usaron estas estructuras para observar directamente las actividades que ocurrían en la cancha de juego de pelota y en la plaza (Figura 9).
Vatz’k’aveb’al fue una zona residencial ubicada en las afueras y antes de entrar a Vi’k’ab’eb’al La gente usó las laderas para construir plataformas bajas de piedra sobre terrazas para luego construir, en la parte superior, sus casas perecederas, similar a la forma en que viven muchos de los Ixiles en la actualidad. Todos los materiales utilizados para construir edificios residenciales y públicos eran locales. Una diferencia entre los espacios residenciales y públicos es que en los espacios públicos observamos evidencia de estuco en la arquitectura. Encontramos evidencia más sustancial de estuco en las paredes de los templos principales (Estructuras 1, 2, 3 y 4), y menos evidencia en las terrazas y escaleras. El estuco también era un material local. Se elaboraba con cal, un mineral que extraían del suelo de las montañas de la zona. Su composición era similar al estuco utilizado en otros asentamientos: mayoritariamente compacto, resistente, duro y fino. La adición de estuco a la arquitectura creaba una superficie lisa que permitía aplicar pigmentos rojos o pintar murales como decoración de la arquitectura.
Les arqueólogues catalogan a Vi’k’ab’eb’al como defensivo por su posición estratégica, acceso restringido a una sola entrada al sur y la presencia de cuatro miradores. Según Leyard Smith (1955:33), hay un muro de tierra o piedra de unos 8 metros (~26 pies) de altura que bloquea la circulación en el lado norte de la cancha de juego de pelota. En nuestro mapeo notamos la presencia de cuatro plataformas bajas que, probablemente, por su ubicación tenían la función de miradores. La gente construyó estos miradores en la cima de los picos que rodean el área hundida. Desde cada uno de ellos se puede tener una buena vista de las cuencas de los ríos al noreste y suroeste del río Cotzal (Figura 10).
En general, las canchas de juego de pelota en el área Maya estaban justo al lado de la plaza central en los grandes centros ceremoniales, con un tamaño promedio de 15-20 m x 10 m (49-65 pies x 32 pies). Sin embargo, una de las características de las sociedades de la Región Ixil es que cada uno de sus pequeños centros ceremoniales también tenía al menos una cancha de pelota de tamaño completo que servía como eje central de cada asentamiento. Esta tradición es única para la Región Ixil y se inició en el período Clásico, continuando durante todo el Posclásico. Es posible que tanto miembros de los grupos élites como no-élites observaran el juego de pelota, sin embargo, les arqueólogues no pueden decir cuántas personas asistieron a la vez.
La gente construyó estos juegos de pelota en coordinación con los templos principales formando una plaza abierta, y algunas de estas plazas tenían un altar en el centro. La composición de los juegos de pelota consiste de dos plataformas grandes mayoritariamente orientadas de este a oeste, flanqueadas en ambos lados por un edificio mayor y otro menor (Figura 11).
En la región maya, el juego de pelota tiene una fuerte relación con la cosmología. Les arqueólogues han conceptualizado el juego de pelota mesoamericano de diversas formas, algunas de las cuales incluyen: prácticas relacionadas con el inframundo, el simbolismo astral (relacionado con las estrellas), la fertilidad, los sistemas económicos y sociopolíticos, y también como un medio para la resolución de conflictos (Ferguson 1991; Fox 1991; Santley et.al 1991; Scarborough 1991; Taladoire y Colsenet 1991; Wilkerson 1991). En otras palabras, los investigadores saben que el juego de pelota era importante porque se construyeron canchas de pelota en todas partes y la evidencia sugiere que el juego de pelota estaba profundamente arraigado en muchos aspectos de las culturas mayas.
El escenario tipo anfiteatro de Vi’k’ab’eb’al enfatizó la centralidad de la cancha de pelota y de su plaza. Fueron construidos en el centro del asentamiento y alineados con los templos más grandes (Estructuras 4 y 5). Esta organización espacial muestra la importancia del juego de pelota en la sociedad y la política Ixil. Se necesitan más excavaciones para aclarar el uso específico del juego de pelota en Vi’k’ab’eb’al y comprender su relación con prácticas más particulares.
El análisis de cerámica puede ayudar a les arqueólogues a comprender cómo las sociedades interactuaban y comerciaban entre sí. Durante nuestro mapeo, encontramos diversificación de cerámicas en la superficie de Vatz’k’aveb’al (el área residencial antes de llegar a Vi’k’ab’eb’al). De los tiestos que recolectamos allí, el 82% son ejemplos de un tipo utilitario muy popular en las Tierras Altas Mayas del norte durante el período Posclásico Tardío. En otras palabras, la mayor parte de lo que encontramos fueron restos de los tipos de cerámica que la gente tenía para el uso diario. Este tipo de cerámica del altiplano maya del norte tiene diferentes nombres según cada sitio, pero en cada lugar se caracteriza por su engobe (revestimiento) rojizo, marrón y naranja, con una decoración de surcos horizontales a lo largo de las vasijas (Figura 12). Por ejemplo, Bipana Rojo es el tipo local para las áreas del Valle de Acul y Nebaj, y el tipo Tuja Rojo-Café es la versión local de Cotzal (Becquelin y Gervais 2001, Adams n.d.). A las muestras encontradas en Qu’markaaj, en K’iche’ central (otra región maya), se les llama Xola Micaceo (Macario 2007, Ceramoteca).
En la muestra que recolectamos en Vatz’k’aveb’al, del 82% mencionado anteriormente, el 76% era Xola Micaceo (el tipo de cerámica K’iche’) y el 24% era Tuja Rojo-Café (el tipo local). El porcentaje restante de la muestra (18%) tenía decoraciones con tradiciones de las Tierras Bajas Mayas, como vasijas incisas (es decir que las decoraciones se cortaban o presionaban en la superficie). Además, encontramos tradiciones cerámicas de otras partes del altiplano maya, como soportes de efigies zoomorfas (vasijas con forma de animales), que fueron estilos pertenecientes al período Posclásico Temprano. Esta evidencia muestra los tipos de cerámica populares que la gente comerciaba en las tierras altas mayas, pero también indica que a la gente le gustaban y que tenían acceso a vasijas extranjeras de las tierras bajas.
Además, les arqueólogues pueden ver evidencia de comercio y movimiento de personas en los entierros de las tierras altas. Los investigadores han encontrado vasijas de cerámica de las tierras bajas mayas como ofrendas en tumbas con bóveda Maya o bóvedas en saledizo (ver imágenes a continuación) en centros grandes de la región Ixil como Xevak y Xacb’al, pero también en otros más pequeños como Tzikuay (Figura 13). La construcción de tumbas conbóveda Maya fue originalmente una tradición de las tierras bajas Mayas. La mayoría de las vasijas encontradas dentro de estas tumbas fueron importadas de las tierras bajas y solo un pequeño porcentaje era cerámica local de las tierras altas. Asimismo, estas tumbas tenían ofrendas de jade, oro, cobre, obsidiana verde y concha pulida (Smith & Kidder 1955, Burkit 1930, Adams 1972, Becquelin & Gervais 2001), materiales que fueron importados de otras áreas más lejanas. Por ejemplo, las fuentes de obsidiana verde se encuentran en el Valle de México Central; el jade generalmente proviene del valle de Motagua en las tierras altas mayas centrales; y las conchas pulidas de las costas sur y atlántica.
Esta evidencia nos dice mucho sobre el comercio e interacción de las sociedades. Primero, la cerámica y otros artefactos muestran que la red de intercambio de objetos culturales y bienes de consumo en el área Maya era amplia y rica. El comercio dependía de los recursos con los que contaba cada región, más las distancias que recorrían los comerciantes desde los lugares de producción hasta los lugares de destino, haciendo que unos objetos fueran más preciados que otros. Por ejemplo, la evidencia de cerámica sugiere que la gente de las tierras altas valoraba la cerámica extranjera (tierras bajas) y la consideraba algo especial. En segundo lugar, la presencia de tumbas con bóveda Maya o bóvedas en saledizo muestra que hubo interacción entre las áreas de las tierras bajas y las tierras altas.
La presencia de tumbas con bóveda Maya y bienes de las tierras bajas podría significar que la gente de las tierras bajas se mudó a las tierras altas, trayendo consigo sus tradiciones funerarias y sus bienes. Sin embargo, lo más probable es que la gente de las tierras altas adoptara una práctica de las tierras bajas. Necesitaríamos más estudios de los entierros de la región Ixil para estar seguros.
"The Maya" from National Museum of the American Indian
Maya Research Project from The British Museum